11.09.2022

 Nunca pensé que solo tu mísera existencia, pudiera ser tan dañina.

La locura no basta para eximir de culpa a tu podrido corazón y alma.

Las excusas agravan la falta, dicen. 

Las decisiones que tomas no son culpa de nadie más que tuyas.

Aprendí hace años a vivir con las mías, me pregunto cuánto más vieja debes ser para asumir las tuyas.

Me pregunto cuanto veneno y amargura más debes esparcir, para sentirte conforme.

Me pregunto si alguna vez fuimos algo más que solo parte de todos sus males y chivos expiatorios, cuando fue ella quien nos trajo a esta vida. 

Me pregunto si alguna vez amo a alguien o si sabe lo que es amor, sabiendo del círculo enfermizo que viene, del cuál aunque nos hizo parte, jamás nos mezclamos. Aprendimos mucho más de aquello que no nos enseñó.

Que no siente culpa de nada, dice. Que no se arrepiente de nada, dice. Que le debemos todo, dice. Que nunca hicimos nada por ella, dice. 

Que fácil es recordar solo lo que conviene, que fácil es inventarse una realidad donde se sienta cómoda, en una sociedad donde la mente está tan maltratada y abandonada por la ciencia, que de espacios a que cualquiera saque provecho de ello, hasta que se pruebe lo contrario. Tarea que nadie quiere siquiera tratar.

Qué fácil vivir culpando a todos por tus fallas, y tratando de que nadie pueda disfrutar de aquello que tu no pudiste.

Nunca pensé avergonzarme tanto por alguien, al punto de querer fingir que ya sufrí su funeral...


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